Frondizi y las cartas cubanas [recurso electronico] : crónica de un fraude histórico / Miguel Ángel Scenna.

Por: Colaborador(es): Series E-libroDetalles de publicación: [Buenos Aires, Argentina] : Taurus, 1971.Descripción: 4-45 pTema(s): Género/Forma: Clasificación CDD:
  • 982 22
Clasificación LoC:
  • F2849.22.F7 S289 1971
Recursos en línea: Resumen: El paso de los años ha permitido a muchos olvidar que Fidel Castro fue llevado en andas al triunfo por el Departamento de Estado, la Agencia Central de Inteligencia y el Pentágono. No hubiese bastado el innegable apoyo del pueblo cubano al caudillo de Sierra Maestra, si la máxima trinidad norteamericana no hubiera resuelto desahuciar a su viejo protegido, el pintoresco sargento Fulgencio Batista su mimado durante un cuarto de siglo, pero que las circunstancias habían tornado en figura anacrónica de la que convenía prescindir, para trasladar el peso de sus afectos y ayudas materiales a los simpáticos barbudos que se habían alzado contra el dictador. Pocas figuras latinoamericanas fueron tan entusiastamente publicitadas por la prensa estadounidense como Fidel Castro, que a punto de entrar en La Habana, en las últimas horas de 1958, era el personaje más popular del continente, la Democracia encarnada, la Libertad personificada, según todos los medios de difusión que los Estados Unidos derramaban al sur del río Grande. Año histórico el '58. Días antes del triunfo de Castro, Charles De Gaulle fue elegido presidente de Francia; dos meses atrás, el 22 de octubre, había sido nominado 260 ̂ Pontífice Romano el cardenal Angelo Roncalli, que adoptó el nombre de Juan XXIII. Más atrás aún, había asumido el cargo de primer ministro de la Unión Soviética Nikita Kruschev, y el 1©Š de mayo, en medio de la esperanzada expectativa de la mayoría de los argentinos, ceñía la banda presidencial Arturo Frondizi.
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La edición electrónica de este texto se hizo sobre la base de la edición en papel realizada por Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S. A. para la colección ´Lo mejor de Todo es Historia´ dirigida por Félix Luna.

El paso de los años ha permitido a muchos olvidar que Fidel Castro fue llevado en andas al triunfo por el Departamento de Estado, la Agencia Central de Inteligencia y el Pentágono. No hubiese bastado el innegable apoyo del pueblo cubano al caudillo de Sierra Maestra, si la máxima trinidad norteamericana no hubiera resuelto desahuciar a su viejo protegido, el pintoresco sargento Fulgencio Batista su mimado durante un cuarto de siglo, pero que las circunstancias habían tornado en figura anacrónica de la que convenía prescindir, para trasladar el peso de sus afectos y ayudas materiales a los simpáticos barbudos que se habían alzado contra el dictador. Pocas figuras latinoamericanas fueron tan entusiastamente publicitadas por la prensa estadounidense como Fidel Castro, que a punto de entrar en La Habana, en las últimas horas de 1958, era el personaje más popular del continente, la Democracia encarnada, la Libertad personificada, según todos los medios de difusión que los Estados Unidos derramaban al sur del río Grande. Año histórico el '58. Días antes del triunfo de Castro, Charles De Gaulle fue elegido presidente de Francia; dos meses atrás, el 22 de octubre, había sido nominado 260 ̂ Pontífice Romano el cardenal Angelo Roncalli, que adoptó el nombre de Juan XXIII. Más atrás aún, había asumido el cargo de primer ministro de la Unión Soviética Nikita Kruschev, y el 1©Š de mayo, en medio de la esperanzada expectativa de la mayoría de los argentinos, ceñía la banda presidencial Arturo Frondizi.

Recurso electrónico. Santa Fe, Arg.: e-libro, 2015. Disponible vía World Wide Web. El acceso puede estar limitado para las bibliotecas afiliadas a e-libro.

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